Aniledah

 

Cristal, pequeña mía. Ya ha pasado un mes desde que partiste de Aniledah hacia el reino de Ledram, a través de los peligrosos caminos de las Islas de los Buenos Ayres y los silfos aun no me han traído noticias tuyas. No sé si aun eres una niña o ya te has transformado en una doncella, pero cualquiera sea tu forma actual, confío en que sabrás cuidar de tu Bardo y que ya habrás descubierto que él también puede cuidar de vos si así se lo permites. No te faltará comida a su lado pues el ingenio de los bardos es supremo en ese aspecto y si algún daño recibes en el camino, él sabrá como sanar tu cuerpo y tu alma también. Aquí  en el reino la situación no podría ser más caótica, pero sabes que nuestra Casa siempre ha tomado el caos como una oportunidad para crecer y avanzar a nuevas victorias. La Matriarca Sallyh sigue obstinada en su persecución a los bardos y desgraciadamente, muchos ya han perecido víctimas de su engaño ante las puertas mismas del Templo. Su larga estadía en la Nación esclavista la ha infectado a un nivel que ninguna de las grandes señoras pudimos prever y su golpe ha sido tan inesperado y fatal, que ahora todas las Casas se encuentran confinadas y custodiadas por las guardias rojas para evitar que podamos organizar reuniones y levantar nuestra voz contra tanta injusticia. Espero que si este mensaje te llega, permanezcas fuerte en tus convicciones y no te dejes influenciar por las ideas de odio de las separatistas misándricas. Los portadores siempre han sido como nuestros hijos y el papel de los bardos fue crucial durante la guerra contra las lagartijas y sin sus conjuros el reino hace tiempo habría desaparecido. Cuando el primero de los Bardos acompañó a nuestra Reina Aniledah en los duros años previos a la caída de los patriarcas, la vida era muy dura en la superficie y la poca gente que no se había vuelto demente, vivía confinada en sus hogares presas del terror.  Salvo aquellos pocos gobernados por la sombra que actuaban como títeres para oprimir a la población, nadie sabía realmente en esa época de nuestra prehistoria  en que los varones igualaban en número a las mujeres, que el miedo no era real y había sido implantado. Cuando la Sombra infecta tu miedo y éste crece sin control hasta que te paraliza, deja de cumplir su función de despabilarnos y ponernos alerta ante las amenazas cotidianas y por el contrario, nos empuja hacia la propia destrucción, haciéndonos incapaces de reaccionar y defendernos, nos convierte en seres ligeros de razón que solo pueden ver el vaso medio vacío. Y esa Sombra de miedo hoy parece que ha vuelto a aparecer y ya ha creado grietas enormes que horadan las viejas heridas que creíamos olvidadas y permanecían latentes en nuestra sangre. El  daño que los hombres nos produjeron en la era pasada fue muy grande, hija mía y de la Madre, eso no podemos negarlo. Pero no te confundas, nuestros portadores, nada tienen que ver con esas bestias crueles del pasado; la Madre las transformó en bellas criaturas, totalmente inofensivas e incapaces de dañar a nadie. Ni los bardos más inteligentes tienen esa capacidad de hacer daño. Ellos solo cantan, cocinan cosas ricas y sanan los hogares con sus dulces cuentos; son almas totalmente inocentes. Sus conjuros solo atraen la buena fortuna y crean ese puente único que nos conecta con el mundo de las hadas y los unicornios. Algunos poderosos pueden conjurar el viento o apagar la lluvia pero los bardos de la actualidad, no tienen ese poder para provocar los desastres que la Matriarca les ha adjudicado y así lo tuvieran, no lo usarían jamás en contra de su pueblo y de su reino. Fueron muchos los bardos que perecieron en el terremoto el día de los festejos en la Plaza de la Soldada. Nosotras mismas casi perecimos atrapadas bajo las vigas y rodeadas de esas horribles alimañas que salieron de las profundidades,  te acuerdas? Y fue Olech quien pese a toda su debilidad de portador, nos salvó la vida. Por eso te encomendé a salir del reino en su compañía, no solo por tu transformación de los treinta y tres soles; estamos en deuda con él. Y aunque sigas pequeña, eres más fuerte que ese joven bardo y podrás mantenerlo alejado de los peligros del camino a Ledram. Ten presente también, que si la Matriarca logra su objetivo, quizás él sea el último de su especie y si él también muere, los portales que nos conectan con las criaturas mágicas volverán a cerrarse. Quiero contarte que ya conocía a Olech desde mucho antes, en mi etapa como doncella, antes de obtener la bendición de la Madre y que nacieras vos. Aun recuerdo su rostro inocente y sonrojado cuando  estábamos sentados en el parque y se animó a quitar la máscara. Yo no tuve el valor de hacerlo y quizás por eso nuestros caminos no volvieron a juntarse hasta el día que vino a rescatarnos. Por eso, hija mía, es importante que lo mantengas a salvo. Olech tiene una fuerza y una voluntad que no es propia de un portador, más bien me recuerda a la de los antiguos hombres.    Y ya sé que esa palabra está prohibida por el dogma pero es hora que sepas que todo eso es una superstición. Nombrarlos no va a despertar el mal ellos ni va a conjurar la antigua memoria demencial y asesina. Empezamos a llamarlos portadores por  la peste que arrasó con la mayor parte de ellos. Pero en el fondo, cambiamos sus nombres y sus recuerdos porque les teníamos miedo. Y el miedo lleva al odio, eso te lo enseñaron muy bien en la escuela. Ninguna mujer de la superficie quiso que todo volviera a ser como antes, una vez que reconstruimos su mundo. Respetamos sus temores y las dejamos ser felices y empoderadas y cuando los hombres empezaron a recuperar sus números originales, encontramos muchas maneras de impedir que nos alcanzaran. Pero las misándricas tomaron los caminos más crueles y hoy sus ideas arrasan con los hombres de nuestro propio reino. Confío hija mía que no dejarás que te infecten.  La vieja herida es cosa del pasado, nosotras estamos en el presente y podemos elegir. Ninguna idea de odio, ningún sentimiento de rencor o miedo debe infectar nuestros corazones purificados por el cuerno de los unicornios. Las mujeres de hoy somos muy fuertes, mucho más que los hombres del pasado. Es hora de dejarlos seguir su curso natural. Sea lo que sea en que ellos se conviertan, así se vuelvan agresivos y dementes si sus semillas se les vuelven a subir a sus cabezas, podemos lidiar con ello, no debemos volver a temer, no debemos encerrarnos como hizo la humanidad antigua antes de caer por el peso de su propia locura. No. Somos muy fuertes y juntas con los nuevos hombres, crearemos un mundo mucho mejor que este oscuro escenario que hoy estamos viviendo. Te amo hija mía, que la Madre y Awen guíen vuestros pasos y muy pronto nos volvamos a encontrar en un gran abrazo.

Rifinah de la Casa Celeste